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SEMBLANZA DE MARIANO N. RUIZ, TOMADA DE LA PÁGINA ELECTRÓNICA "AQUI COMITÁN"


EL SABIO OLVIDADO DE COMITÁN
Ma. Cristina del Rocío
Mariano N. Ruiz, nació en la ciudad de San Cristóbal, L.C., Chiapas, el 16 de noviembre de 1857. Sus padres fueron: Félix Ruiz Flores y doña Josefa Suasnávar. A los 4 años aprendió a leer y escribir. Su maestra fue su tía Dominga Zuasnávar; continuó sus estudios en la escuela primaria de don Vicente Flores. A los 15 años ingresó al Seminario Conciliar de Las Casas, ahí escribió una gramática que se adoptó como texto en el Seminario; de allí marchó a México, luego a Nueva York, publicó en ese lugar un calendario perpetuo de cartera. En 1884 regresó a Comitán. Sus hermanos fueron: don Manuel, don Tirso, doña María de Molinari y don Sinforoso. Sus libros: Nueva Teoría Cósmica, El Por qué de las Cosas, Tratado de Odontología, Geografía de Chiapas, Afinación de Piano por el Sistema de Pulsaciones, Instrucción Cívica, Su Método Analítico Sintético; su sistema de enseñar era (aprender haciendo). Era buen pianista, fabricaba fósforos con maquinaria hecha por él, conocía varios idiomas. Tuvo contacto con los sabios de su época.
En los años cuarenta, un numeroso grupo de científicos norteamericanos, patrocinados por varias universidades, inició una investigación cuyo propósito era determinar cuál es el elemento químico que proporciona su dureza a la dentadura humana.
Previamente, los investigadores habían averiguado que la dureza de los dientes está relacionada por cierto tipo de manchas bastante frecuentes en la dentadura de los habitantes de algunas zonas rurales de los Estados del medio oeste, quienes a pesar de que rara vez se atienden los dientes, los conservan intactos toda la vida y –cosa notable- sin sufrir efectos de la caries.
Durante años los científicos sometieron a los lugareños a un sinnúmero de pruebas, cuyos resultados fueron rigurosamente ordenados y clasificados. Gastaron una fortuna en dólares e invirtieron muchísimas horas-hombre. Finalmente rindieron su veredicto: la dureza de los dientes (y la causa de las manchas) es una excesiva concentración de fluoruro en el agua que beben los habitantes de dichas regiones.
Después hubo que hacer miles de pruebas de laboratorio para confirmar la veracidad del descubrimiento. Una vez que se obtuvo la comprobación, los fabricantes de dentífricos empezaron a añadir fluor o fluoruros a sus productos, los dentistas recomendaban el uso de la sustancia a sus pacientes y los dietistas aconsejaban a los suyos que comieran alimentos que contuviesen fluor. Semejante actividad resulta más que explicable si se toma en cuenta su relación con la caries dental, la enfermedad más propagada por el mundo: la sufren 99 de cada 100 personas.
Los científicos no lo sabían pero desde 1894 un modesto maestro de escuela de Comitán, Chiapas, había publicado un libro en donde aseguraba que un elemento llamado fluorina, "es el que proporciona dureza al esmalte de los dientes".
EL SABIO OLVIDADO
El libro se titula "La Dentadura Natural y Artificial", y su autor se llamaba Mariano N. Ruiz. Nacido en San Cristóbal Las Casas en 1857, vivió la mayor parte de su vida en Comitán, pueblo en donde falleció a la edad de 88 años.
De joven estudió en un seminario católico. Nunca llegó a ordenarse como sacerdote, pero durante toda su vida observó rigurosamente las disposiciones eclesiásticas; algunas personas que llegaron a conocerlo lo describieron como un "viejo mojigato". Nunca se casó.
En su consultorio de dentista, don Mariano se negaba a atender a las mujeres que no iban "convenientemente vestidas"; con las mangas del vestido hasta las muñecas y el cuello hasta la mandíbula. Para no dejar dudas, en la puerta del consultorio un letrero advertía: "No se atienden desvergonzadas, rabonas o descotadas".
Al abandonar el seminario, el joven Mariano inició estudios de leyes, carrera que no terminó, y luego pasó a estudiar griego y el latín. El primer libro que escribió, una gramática castellana, posteriormente fue adoptado como texto en las primarias chiapanecas.
Hacia 1894 dio a la imprenta el asombroso "La Dentadura Natural y Artificial". En este libro, que todavía es de lectura obligatoria para estudiantes de odontología del país, don Mariano expuso una buena cantidad de teorías, la mayor parte de las cuales han sido comprobadas posteriormente. "No sólo es un libro fantástico por su visión –afirma un vocero de la Asociación Dental Mexicana-, si no que además es correcto en el 90 por ciento de sus partes".
VOCACION PARA TODO
Algunos estudiosos de la vida de don Mariano afirman que el sabio estudió odontología en Estados Unidos, pero otros creen que era autodidacta.
Hacia principios del presente siglo el maestro chiapaneco fundó en Comitán una Escuela Industrial para alumnos egresados de las primarias locales. Allí estableció la norma de que los alumnos recibieran, además de conocimientos generales, las enseñanzas relativas al desempeño de un oficio: la carpintería, la "dentistería", la mecánica o la relojería. El mismo don Mariano impartía todos esos cursos. A la fecha, casi 80 años después, aún funcionan en Comitán algunos relojes fabricados por el maestro y que se distinguen porque el único material empleado en su elaboración, incluidos los engranes, es la madera.
El oficio (todavía no estaba considerado como profesión) que más gustaba enseñar don Mariano era la "dentistería". En un pequeño taller, y algunas veces en su consultorio, el profesor orientaba a sus pupilos sobre la manera correcta de utilizar el oro y el platino, o la técnica adecuada para ajustar puentes y dentaduras postizas. Muchas veces las explicaciones iban acompañadas por la demostración en vivo y los doloridos pacientes de don Mariano (en aquellos días se desconocía la anestesia y los dentistas trabajan de pie), tenían que aceptar ser operados ante un nutrido público. Los dentistas actuales al comprobar la perfección de los trabajos dentales que hacía don Mariano, especialmente en lo referente a coronas de oro, que todavía se mantienen firmes en las dentaduras de algunos habitantes de Comitán.
LA NUEVA TEORIA COSMICA
-Era un hombre maravilloso –afirma Remedios Taboada, de 72 años, quien fuera su paciente-; tenía la respuesta para cualquier pregunta que se le hiciera, y nunca se jactaba de su inteligencia. Era un hombre que infundía respeto.
En 1920 incursionó a otros campos y don Mariano publicó un catecismo de economía política, en donde refuta el liberalismo económico. Tres años más tarde hizo imprimir el Catecismo de la Instrucción Cívica, en donde plantea la necesidad de que las masas participen activamente en el desarrollo del país.
En 1926 vio la luz la obra cumbre de Mariano N. Ruiz, titulada "La Nueva Teoría Cósmica": su aplicación a las ciencias naturales. En dicho tomo, el científico expone algunas teorías atómicas que no serían comprobadas sino muchos años después. Lamentablemente, en México casi no había gente capacitada para entender la obra, y no le hicieron caso.
Además, muchas teorías expuestas por el sabio contenían elementos de materialismo puro, por lo que la iglesia católica, so pena de excomunión, lo instó a que quemara su libro. Católico devoto, así lo hizo, sólo unos cuantos ejemplares se salvaron de la hoguera. La mayor parte se encuentran en manos de coleccionistas.
Don Mariano suspendió sus investigaciones en el terreno de la física y las matemáticas y se consagró al estudio de los astros. Poco después publicaba el Calendario Perpetuo, un tratado de cosmogenia, mecánica celeste y cosmología.
Como si fuera poco, hacia 1930 don Mariano publicó un folleto titulado "La Afinación del Piano", órgano y armonium según las leyes del temperamento, el cual fue usado durante muchos años como texto en algunos conservatorios del país.
Don Mariano dedicó los últimos años de su vida al estudio y a seguir escribiendo. Pero ya no volvió a publicar nada, y a su muerte los apuntes se perdieron, como se ha perdido hasta el recuerdo de ese extraordinario científico de Comitán.